Zofia Reych
Si bien escalar puede ser un fin en sí mismo, me fascina aprovecharlo para tener un impacto positivo en el mundo.
Cuando me mudé a Fontainebleau, en Francia, mi única preocupación era mejorar mi rendimiento atlético y no preví cuánto más se podía ganar a través del Boulder, viviendo más cerca de la naturaleza y formando parte de la comunidad local. Soy una persona naturalmente solitaria. Nuestra cultura individualista no fomenta las conexiones significativas y la escalada puede ser un antídoto para eso. Quiero que el acceso a estas experiencias esté abierto para todos.
La escalada es también un lente sorprendentemente preciso para analizar a la sociedad: el impulso de crear el Festival de Boulder para Mujeres surgió al ser testigo de la falta de diversidad entre las rocas de Fontainebleau. Crear un ambiente acogedor para diferentes géneros, etnias, capacidades, etc. es crucial para nuestra supervivencia en este planeta, así lo demuestran un montón de estudios. Por eso, hacer mi pequeña contribución a través de diversificar la escalada me parece una idea sensata, especialmente porque las oportunidades relacionadas con las actividades al aire libre son aún limitadas a unos pocos afortunados.
Recién entrada en mis 30 me diagnosticaron autismo y, poco después, TDAH. Como directora del festival, quiero mostrarme tal como soy, sin editar: una persona neurodiversa no binaria con una historia de trastornos mentales y ayudar a normalizar múltiples formas, todas válidas y hermosas, de ser humanos.
Desde las competencias en muros indoor hasta las campañas por la protección de las zonas de escalada locales, la escalada es mucho más que una sola cosa y no hay una forma correcta de hacerlo. Al mismo tiempo, creo que siempre hay espacio para mejorar y que hay un valor inmenso en reflexionar sobre ello. Un enfoque interseccional de las complejidades de la escalada fue la inspiración para mi libro Born to Climb: From Rock Climbing Pioneers to Olympic Athletes (Nacidos para escalar: Desde los pioneros de la escalada en roca hasta los atletas olímpicos). Es una combinación de las historias de aventuras clásicas, un poco de inspiración nerd en ciencias sociales y un intento de representación justa, que casualmente describe bastante bien mis intereses.
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Foto: Zofia Reych calienta en uno de los muchos bloques repartidos a lo largo del bosque de Fontainebleau. Alguna vez dominio de la realeza, hoy en día es una reserva natural con muchas cuevas y tallados en roca del paleolítico a casi 50 kilómetros de Paris, Francia. CRISTINA BAUSSAN.